Restaurante Lera c/ Conquistadores zamoranos s/n (Castroverde de campos) Zamora. Telf: 980 664 6535/2/2017 LERA, tradición y modernidad de culto.![]() Hay lugares que un buen aficionado a la gastronomía que se precie no debería perderse aunque para ello haya que hacer muchos kilómetros, ese es el caso de restaurante Lera. A Lera no se llega por casualidad, hay que ir adrede. Está a 20 km. de la Autovía A-6 (unas dos horas y media desde Madrid) a la altura de Villalpando. Para llegar atravesamos un paisaje típicamente de la meseta castellano-leonesa y llegamos a Castroverde de campos (Zamora). Un pueblo en el que Cecilio Lera fundó en 1973 el Mesón El Labrador y en el que su hijo, actual cocinero y propietario Luis Alberto Lera y equipo dominan esa cocina tradicional castellana hoy día muy evolucionada y adaptada a los gustos del comensal más exigente y actual. En su carta se pueden encontrar los escabeches, los guisos, las setas y los platos de caza que son emblemas de una carta que se elabora con productos de temporada. Al silencio del entorno rural se suma el agradable espacio exterior e interior que han conseguido crear, espacios amplios, modernos y sin obstáculos visuales en los que relajar la vista y abandonarse en las manos profesionales del equipo de sala que van a hacer sentirte como en casa no en vano, la clientela es mayormente familiar y de la zona. El primer plato servido es esta crema suave de queso azúl con mermelada de higos y ajo negro. Un plato exquisito maridado con un vino blanco de la variedad Verdejo ecológico de bodegas Menade "La Misión 2014" con notas de bollería, Heno y hierba fresca, que hizo reconciliarme con esta variedad típica de la d.o. Rueda que tenía un tanto denostada, por la gran cantidad de vinos vulgares que se hacen y se sirven como vino por copas en muchísimos bares y restaurantes y que realmente hacen un flaco favor a esta uva con potencial pero mal elaborada en muchos casos. ![]() Junto a estas líneas os muestro un segundo maridaje formado por dos platos y un segundo vino. Roastbeef de jabalí super tierno con queso zamorano rallado y pimientos rojos y una Colmenilla rellena de paté de paloma y salsa reducida de vino. El plato tiene un aroma espectacular con un interior de sabor, potente y delicado a la vez. El vino es un Viognier de Bodegas Prieto Pariente 2016 con aromas de flor blanca y sabor a fruta blanca madura. Un maridaje de altura para estos dos platos de caza de un nivel extraordinario. A la izquierda, plato de crestas de gallo, setas de San Jorge y Trufa blanca en salsa de pollo de corral. La textura de las crestas tiene ese tacto crujiente y a su vez blando de un punto de cocción perfecto. La salsa un punto picante, melosa y viscosa que bien podría valer para unos callos. El maridaje por contraste es un vino rosado "Gurdos" de B. Gordoncello (León) de uva Prieto picudo de un color Grosella precioso con la acidez perfecta para contrastar con la salsa y los elementos que forman el plato. En resumen, una auténtica delicia. A continuación y con este mismo vino rosado pudimos degustar unas Alubias con Liebre. Un guiso tradicional, algo picante pero de riquísimo sabor que aunque combinaba perfectamente con el vino ya que limpiaba muy bien por su frescor, hubiera admitido perfectamente un vino más potente tipo un Oloroso de Jerez. ![]() Seguimos con otra maravilla, Perdiz escabechada con ostra, ya de entrada suena bien verdad? Ambos elementos se sirven templados a la misma temperatura. Resulta curioso por el contraste de sabores que resultan más próximos de lo que pueda parecer, pero es que tanto la perdiz como la ostra eran deliciosas. Aquí el maridaje corrió a cargo de un Palo Cortado "Leonor" de B. Gonzalez Byass y claro, eso hizo que la armonía fuera realmente espectacular sin que se perdiera el contraste entre los tres elementos. Un platazo! Sobre estas líneas tenemos un plato de ancas de rana servido en plato de barro aún burbujeante con un pisto picante y potente pero delicioso. Las ancas todos sabemos que son más bien suaves pero el plato en su conjunto es tremendo y muy sabroso. El vino es un Senda Los Frailes de la d.o. Toro personalizado para Lera, potente pero de taninos suaves, aterciopelado pero con personalidad. Aquí también hubiera entrado un vino de Jerez con más potencia gustativa aunque en conjunto el maridaje es más que correcto. Pichón asado en su salsa servido con unas patatas paja perfectas nada aceitosas. El Pichón es potente de sabor con una salsa fantástica y el vino también de la d.o. Toro es un Dominio del Bendito de 15,5º potente y con taninos pronunciados, pura fruta roja, muy balsámico. Hermano de otro al que Parker dió casi 100 puntos. Poco más que añadir, un maridaje extraordinario que eleva la experiencia gastronómica a mucha altura. Y por fin los dos últimos platos antes de llegar al postre, como podéis imaginar a estas alturas estábamos más que satisfechos con la comida por lo que hubo que hacer un último esfuerzo para poder con todo este festín! En primer plano una Rillette de ave potente y sabrosa y en segundo una pechuga de paloma asada con ese punto cási sangrante y roja. El contraste de sabor entre ambas preparaciones, aunque ambas eran muy sabrosas, fue impresionante. Aquí el maridaje propuesto fue un vino de variedad Moscatel de Málaga que maridó por contraste con estas dos maravillas dignas de la mejor cocina francesa. Un final más que digno al que, ni el comensal más exigente hubiese podido poner un solo pero. Para terminar la degustación un postre ligero y perfecto, Puré de frambuesa y espuma de yogur con cítricos. Pura frescura ácida pero equilibrada con la que acabar una comida memorable en la que pudimos disfrutar de esa cocina basada en platos tradicionales de caza pero actualizada. Luis Alberto Lera maneja el producto con una técnica y un gusto impecables, hace confluir la mejor tradición con la cocina actual propias de un cocinero que merecería mayor reconocimiento del que tiene, no sólo por los aficionados a la alta gastronomía sino por los que la premian y la dan a conocer a nivel internacional.
Por último comentar que dispone de un pequeño hotel anexo al restaurante con nueve habitaciones en el que hospedarse y así, hacer que la visita no solamente sea para comer o cenar, sino para relajarse en este tranquilo pueblo de la meseta castellana donde pasear por sus campos de cereales y dejarse acunar por el viento mientras uno pierde la vista en el horizonte de Castilla. Merece mucho la pena una visita.
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